Un día como cualquier otro me encontraba caminando por uno de los pasillos de mi escuela, caminaba y pensaba en lo que tenía que hacer la para la siguiente clase, cuando de repente unos ojos color miel detuvieron de mi pensar, caminar y mirar, una sonrisa y un cálido saludo bastaron para que no dejara de pensar en aquella persona. A llegar a mi casa comenzamos una plática, una plática que no ocurre a diario, algo nuevo algo diferente. ¿Serán tal vez las palabras y la forma tan bonita en la que hablamos o esos ojos que me quitan el sueño a diario? Que hasta la fecha sigo con la misma sonrisa nerviosa e inesperada que apareció en mí en aquel momento en el que la vi.
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